Una vez en Wareham, fuimos caminando hacia la oficina de información de turismo, donde nos dijeron que para ir al castillo teníamos que coger un bus justo enfrente y pasaba en dos minutos también. Perfecto. Nos estaba saliendo todo redondo y encima acompañados de un día de sol y cielo azul sin nubes.
Y allí estabamos los tres, despues de pagar casi 9 libras para entrar (un poco careros me parecen estos ingleses...). Este castillo corona una montañita desde donde se ve el pueblo Corfe Castle. Se construyó en el siglo XI y en 1635 fue adquirido por John Bankes (un politico inglés de aquel entonces). Allí su familia y los criados aguantaron protegiendo el castillo durante la guerra civil inglesa, hasta que fue tomado por las tropas parlamentarias y lo volaron. Por eso está en ruinas. En fin, tampoco me voy a meter mucho en la historia inglesa, más que nada por que no tengo ni idea.
No podía evitar sacarme una foto. Eso sí, era la única adulta haciéndolo.
El pueblito ese de atrás es Corfe Castle. PRECIOSO.
Mis amigos son como críos. Subiendose a los muros e intentando escalarlos.
Esta es mi cara cuando tengo vértigo al subirme en algún sitio. Risa nerviosa.
Después de ver el castillo queríamos ir a Swanage, el pueblo de al lado. Allí hay unos acantilados enormes y queríamos acercarnos a ver la puesta de sol. Como teníamos tiempo, decidimos ir andando por una ruta que había en el mapa. Y empezamos a andar siguiendo unas señales... que nos llevaron a una carretera sin arcén ni nada. Preguntamos a una señora que había por allí y nos dijo que cruzáramos hacia un camino que había en medio del campo. Y eso hicimos, hasta que nos encontramos una valla y tuvimos que volver para atrás.
¿Veis? Como crios. Jajajaja!
Y como no, el balón casi se cae al río.
Al volver al pueblo nos entró el hambre y ¡es que ya eran las 3! Entramos al restaurante en el que ponía "Comida durante todo el día" y resulta que era el restaurante del castillos. Por supuesto nos fuimos a comer a la terraza para ver las vistas al castillo y para aprovechar el día tan bueno que hacía. Estos dos chicos fueron a pedir hamburguesas y menudo susto cuando me dijeron que no quedaban hamburguesas y que habían pedido FISH AND CHIPS. Recordé la única vez que había probado eso y que me prometí no volver a comerlo jamás. Fue en aquellas vacaciones en Londres con Edurne y Naiara (un beso chicas) y fue de las cosas más horribles que habíamos probado además de aquellas alubias que nos servían en el desayuno. Pero claro, había sido un Fish & Chips de un puesto de comida rápida, y el más barato que vimos. Esta vez era diferente y por eso estaba buenísimo. Menuda sorpresa la mía. Así que si venís a verme aquí, ya se donde llevaros para comer un buen Fish and Chips.
Despues de comer, nos vino la vena española (a Alessandro también) y nos entraron ganas de echarnos la siesta, pero teniamos que ir al otro pueblo. Así que decidimos no ir andando y coger el bus y así podriamos ir a los acantilados y allí jugar con el balón o tirarnos a la bartola en el cesped.
ERROR.
Si algo debeis saber si venis a Inglaterra es que puede que en un pueblo haga un tiempo increible y que en el pueblo de al lado en cambio sea invierno. Y eso nos pasó. Llegamos a Swanage y la niebla era increible. Fuimos hasta la playa y no se veia ni el mar. Yo les dije que fueramos caminando hasta los acantilados porque a veces la niebla se va al de media hora. Y parecía que si, pero no. Y encima nos perdimos de nuevo por campos ingleses. Nos metíamos en campas y pensábamos que en cualquier momento nos iba a aparecer el dueño del lugar con la escopeta.
Aqui tuvimos un dilema porque no sabíamos si eran toros o vacas negras. Al final nos arriesgamos y eran vacas, pero había una que no dejó de mirarnos mientras cruzábamos.
Llegamos a un cruce en el que había un montón de vacas. Yo no me atreví a cruzar (además que estaba muy cansada ya y en google maps veía que nos quedaba mucho para llegar a los acantilados). Estos cruzaron para ver que había más allá y efectivamente no había nada. Mientras estaba sola pasó una señora con un perro y me miró raro y me preguntó si estaba bien. Pensaría que hace aquí en medio de la nada una chica sola con el móvil y una cámara de fotos.
Y luego la niebla volvió.
Así que finalmente descartamos la idea de los acantilados y decidimos sentarnos a tomar una cerveza viendo el mar (o lo que la niebla nos dejara ver). Fue una gran idea, si no fuera porque cuando fuimos a coger el bus resulta que quedaban dos horas y pico para el siguiente y no había tren tampoco. Tuvimos que coger un taxi hasta el pueblo de al lado y allí ya pudimos coger el tren de vuelta a Poole. No salió todo perfecto pero aun así fue un día perfecto.