El viaje fue largo, aunque fue mejor que el anterior por ir por autopista casi todo el trayecto. Pero tardamos unas 3 horas. Decidimos ir primero a ver los acantilados de Eastbourne y el faro de Beachy Head que debe de ser precioso. Digo debe de ser porque lo único que pudimos ver fue mi niebla querida. Despues de viajar hasta allí, nos encontramos aquello. Pues menudo chasco. En ese momento creía que iba a ser imposible ver unos acantilados en Inglaterra, pero no es así. Aunque eso lo dejaremos para el capitulo siguiente.
Despues fuimos a Brighton, la ciudad balneario más cercana a Londres y también la playa de Londres. Playa de piedras y no de arena. Y no piedritas como en Platja d'Aro. Menudas cacho piedras qie hay. Pero aun así preciosa.
Eso que veis al fondo es el West Pier que se ha quemado varias veces parece ser y ya no es accesible desde la costa.
El Brighton Pier (muelle de Brighton) es un muelle victoriano construido en 1899 y que hoy tiene salas de juegos, atracciones y muchos puestos de dulces. Madre mía que olorcito al pasar. No pecamos en ningun puesto (raro me parece) pero para la próxima yo me veo con un algodon de azucar gigante.
Luego fuimos hacia el Royal Pavillon. Es un palacio que no pega nada en Inglaterra. Es un palacio oriental contruido en 1823. Se le antojó al príncipe de Gales que para sus continuas fiestas quería un palacio más amplio y extravagante. Más tarde, la Reina Victoria lo vendió a la ciudad de Brighton en 1850. No entramos dentro, pero ya solo por fuera es impresionante.
El ambiente de Brighton es lo mejor. En el paseo de la playa había mucha gente de todas las edades. Había sitios para hacer skate, para jugar a volleyball o a basket, un monton de bares... Y luego por donde nos sacamos estas dos fotos había una plaza ajardinada con gente tomando algo y un chico con la guitarra. Me encantó la ciudad.
Hay una parte de Brighton que se llaman Las Lanes y es un laberinto de calles en las que hay tienditas pequeñas de antiguedades y alternativas.
Siguiendo el camino de vuelta nos fuimos a Arundel. En este pueblito hay un castillo enorme que yo sabía que a Laura le iba a gustar mucho ya que es super fan de los castillos. Este castillo fue cosntruido por los normandos, pero durante el siglo XVI lo adquirieron los poderosos duques de Norfolk. Ellos lo reconstruyeron tras ser practicamente arrasado por los parlamentaristas en 1643. Para cuando llegamos el castillo estaba cerrado (auqneu ya habíamos contado con ello). De todas formas creo que para ver el castillo por dentro se necesita mucho tiempo, no se puede ver en una hora ya que tiene muchas partes.
La princesa y su castillo
Dando una vuelta por Arundel vimos esta iglesia preciosa. Si es que hasta la iglesia del pueblo es impresionante.
Luego nos volvimos ya que yo trabajaba al día siguiente y estábamos un poco lejos de casa. Ese día encontramos el parking del apartamento por fin. Y no atropellamos a nadie.
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